En la noche de este viernes, el personal rentado que labora en áreas administrativas del Cuerpo de Bomberos de Temuco, junto a los oficiales generales y miembros del Directorio General, hicieron un alto en sus actividades para despedir a una de las más antiguas funcionarias de la institución, quien se acogió a un merecido retiro luego de casi tres décadas de servicio.

Se trata Casandra Moreno Martínez, conocida por todos cariñosamente como “la señora Casandra”, quien dedicó gran parte de su vida laboral a prestar servicios en diferentes secciones de esta institución y que hasta ayer se encargó del trabajo contable institucional.

El Superintendente, Leonel Nualart, destacó los valiosos servicios prestados por la señora Casandra, cuya labor siempre desempeñó con un muy buen carácter y ánimo durante todas estas décadas, agregando que trabajó esmeradamente por atender de buena manera no solamente a los bomberos en general, sino también para ayudar a superar cualquier dificultad o duda de orden administrativo que surgiera en el seno de las distintas compañías.

A la despedida también asistieron el esposo e hijos de la señora Casandra, quien se emocionaron junto a ella al escuchar los conceptos vertidos sobre su persona por todos quienes le conocen y que compartieron el día a día a través de los años, los que resaltaron su buen carácter, disposición a resolver cualquier situación y su entrega para con la institución, tal como si se tratara de un bombero más.

RADIOOPERADORA EN SUS INICIOS

La señora Casandra recordó que ingresa en 1987 a prestar servicios en la Central de Telecomunicaciones del Cuerpo de Bomberos de Temuco, ubicada en ese entonces en lo alto de la Torre Caupolicán. Junto a su familia arribó desde Concepción, producto del traslado laboral que se le encomendó a su esposo.

“No conocía Temuco, no me sabía las calles ni nada. Apareció un aviso en el diario donde requerían una radiooperadora y postulé. Me llamaron como a los dos meses y el Directorio General en pleno me sometió a una entrevista. Por eso siempre me he sentido orgullosa, porque debí ser aprobada por todo el Directorio de la institución”, recuerda.

Agrega que finalmente quedaron seleccionadas dos postulantes y fueron enviadas a un último examen psicológico para laborar en la central y allí fue donde se deciden por su persona para llenar la vacante.

Tras aprobar posteriormente un curso de comunicaciones, comenzó su trabajo en Bomberos y luego de unos años y de un breve tiempo en que se cambió de trabajo, nuevamente los bomberos fueron a tocar a su puerta para que retornara, esta vez para hacerse cargo de la administración contable de la institución, trabajo que desempeñó ininterrumpidamente hasta el presente.

“Siempre me gustó más el trabajo contable, pues el de operadora era sumamente sacrificado en esa época. Varias veces mi esposo e hijos acudían a saludarme en Navidad o Año Nuevo, porque me tocaba turno en esas fechas. Se entraba temprano y se salía en plena noche, tampoco teníamos ningún sistema tecnológico como hoy, porque eso no existía en Temuco. Cuando había un incendio teníamos que buscar la dirección rápidamente en un libro para saber dónde quedaba la calle… eran otros tiempos”, relata.

En su época de radioooperadora debió ocuparse de varias emergencias que han pasado a la historia bomberil temuquense, como un incendio que afectó a la cárcel y la gigantesca explosión del alcantarillado ocurrida en 1991 en calle Carrera, donde buses, un camión cargado y varios automóviles volaron por el aire como si fueran juguetes, a causa del estallido.

“Yo estaba de turno en la Torre Caupolicán y desde la ventana de la central escuché claramente el estallido y vi cómo la acera volaba, ahí tuvimos que trabajar intensamente en las comunicaciones de Bomberos. También recuerdo un gran incendio que afectó un edificio cerca del Hotel Frontera en el centro hace muchos años, fue muy grande y toda la labor de coordinación se hacía manualmente y sola, era algo artesanal comparado con la tecnología que se utiliza hoy en comunicaciones”, rememora.

CRECIMIENTO FAMILIAR

Muchos de los bomberos que la conocen desde sus inicios, destacaron en esta despedida haber conocido a sus hijos, especialmente la menor, que nace mientras la señora Casandra laboraba en esta institución y más de alguna vez jugueteaba y aprendía a caminar por los pasillos del Cuerpo de Bomberos y hoy, que la madre se acoge a retiro, la hija ya es adulta, recuerdos que emocionaron a muchos de los asistentes a este encuentro de despedida.

“Antes de trabajar en Bomberos, trabajé en Correos y Telégrafos, me tocó estudiar clave morse y comunicaciones de ese tipo en Concepción”, subraya.

Durante la ceremonia, se presentó una pareja de bailarines de tango, que mostró su arte en homenaje a la trayectoria de esta funcionaria, lo mismo que la hija de la homenajeada, Rosita, quien se dedica a la música, cantó para los presentes en esta despedida, mostrando una altísima calidad vocal.

SU FUTURO
Sobre las expresiones de cariño vertidas por los bomberos referentes a su persona, a las que su hija respondió que “algún día me gustaría ser como ella y que la gente me quisiera como la quieren a ella”, la señora Casandra dijo que “me enorgullece lo que dijeron de mí, porque siempre traté de atenderlos bien, ponerme en su lugar, porque ellos son voluntarios, dejan su familia y sus casas por estar en esta institución… ¿cómo los iba a atender mal? Siempre traté de hacer más de lo que me correspondía y muchas veces trabajando en horario diurno, de todas manera me iba a casa pasadas las 23 horas”, responde.

Respecto a su futuro, contó que una de las razones de su retiro es poder cuidar su madre, que se encuentra en delicado estado de salud a sus 93 años de edad, lo mismo que su esposo, quien también se encuentra afectado de dolencias que requieren de la atención familiar.

“No tengo muy claro qué pasará en el futuro, pero ahora debo cuidar a mi mamá y a mi marido, como también dedicarme al resto de mi familia, pues tengo tres hijos”, puntualiza.

CARTA DE UN HIJO
Uno de los tres hijos de la señora Casandra, no pudo asistir a la despedida, por encontrarse residiendo en Santiago. Sin embargo le envió una emotiva carta que fue leída durante la reunión.

Querida Madre:
Me has contado recién que se acerca el término de tu trabajo en el Cuerpo de Bomberos de Temuco.
Imagino la nube de emociones que rodea a tu espíritu, así como la cantidad de recuerdos y personas.

También se me viene al corazón haberte visto tantas veces tratando de equilibrar la vida laboral con los incesantes requerimientos de la vida hogareña, donde seguramente te dábamos bastante trabajo también.

Al comienzo de tu desempeño, por allá por los años 89 o 90, trabajabas en turnos atendiendo las emergencias, en coordinación con otras de tus colegas. Varios momentos importantes tuvimos que pasarlos junto a ti en la Torre Caupolicán: algunas navidades y años nuevos. Así me fui dando cuenta de lo importante de tu compromiso y responsabilidad.

Una anécdota ocurrió un día que me dirigía a la universidad donde estudié ingeniería en electrónica. Iba caminando cuando pasé al lado de un carrobomba donde algunos voluntarios realizaban mantención. De pronto, por la radio encendida del carro, escucho una voz familiar comunicándose con los cuarteles. Eras tú, mi madre, que me acompañaba a la universidad a través de las ondas de la radio de Bomberos.

En este día importante para ti, quiero sumarme sencillamente a este reconocimiento y aplaudir tus esfuerzos, valorar tus afanes, inclinarme ante la importancia del trabajo, del respeto y de la perseverancia, a veces solitaria, otras veces dolorosa y muchas veces silenciosa.

Hace unos días estaba en una eucaristía en mi trabajo, en el Duoc San Joaquín y la letra de una canción me emocionaba y ahora la asocio a tu persona, dice así:

“El pan que es tierra, fruto y trabajo. Tu cuerpo ya será, dánoslo y nuestra vida renacerá”.

“El vino convertido en tu sangre, dánoslo a bebe y se hará fecundo nuestro dolor”.

Gracias nuevamente por el esfuerzo de madre, perdón por las incomprensiones como hijo y muchas felicidades en este tiempo que se inicia. Que sea ocasión de júbilo verdadero, renovación y esperanza, y que dure muchos y largos años.

Un abrazo en la distancia de tu hijo Franco.

 

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